Las
redes sociales han impactado en cada uno de los aspectos de nuestra vida, en
algunos casos para bien y en otros no tanto. La verdad es que las redes
sociales nos han permitido tener un mayor accesos a la información, nos mantiene
comunicados con personas que se encuentran al otra lado del mundo y nos permite
enterarnos de los hechos más relevantes en el mundo, sin embargo también han
tenido un impacto negativo en nuestro estilo de vida.
Encontramos
a madres y padres de familia descuidando a sus hijos por estar enajenados en lo
que pasa en las redes sociales, se vuelven descuidados, los niveles de estrés se
incrementan, descuidamos el trabajo, no podemos vivir sin un dispositivo
conectado a internet. Hemos perdido nuestra intimidad. ¿Y qué decir de los
niños y jóvenes de hoy en día? Ya no encontramos las calles de niños jugando, ya
no los vemos jugando “escondidillas”, “quemados”, “resorte”, “canicas”, entre tantos
otros juegos con los que muchos crecimos, porque ahora se encierran en casa
para estar frente a un monitor “jugando” un juego en el que no se socializa
realmente, ni se ejercita el cuerpo.
Tristemente
vemos a familias que ya no se escuchan, ya no platican y la mayor interacción
que tienen es por “la publicación” que realizan en una red social.
Tal
vez deberíamos de reflexionar y medir hasta qué punto las redes sociales no son
de utilidad y hasta qué punto dañan el núcleo familiar.